Por Héctor José Corredor Cuervo
Sobre
el abismo entre grandes rocas construido
está el templo de La Señora de las Lajas,
el cual parece un gran chinchorro suspendido
del espléndido verdor de las montañas.
Aquí la madre del Señor, la más hermosa,
cubre con prodigioso manto a peregrinos
que vienen a buscar como María y Rosa
la luz que proporciona vida en los caminos.
Bajo el pulcro piso de mármol, escondidas
están las ánimas de los
pastores santos,
que
buscaron con fe las ovejas perdidas
como lo hizo Jesús para salvar a tantos.
Por agrestes senderos la oración camina
con la
multitud de afligidos penitentes
que se congregan hasta que el astro declina
deshojando sus oraciones lentamente.
En la
profundidad del Pastarán se siente
el
murmullo de la entusiasta muchedumbre
que dejó su padecimiento en la pendiente
al
descender con ilusión desde la
cumbre.
¡Oh! Virgencita del Rosario
Milagrosa
que palpa la aflicción de todos los humanos,
yo quisiera esculpir con fe sobre una losa
el milagro de la paz entre los hermanos.
*La Basílica fue
construida a partir del 1 de enero de 1916 bajo la dirección del maestro Lucindo Espinoza con labradores de buena voluntad que
no sabían ni siquiera mezclar arena y cemento. Hoy es considerada una de las
maravillas del mundo.
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