jueves, 9 de julio de 2009

A LA GUAJIRA



Por Héctor José Corredor Cuervo


Como la quilla que intrépida se mete,
rompiendo olas en el imponente mar,
es la Guajira desértica y agreste
que se incrusta en el alma e invita a soñar

Su gran desierto enigmático y de embrujo,
con lindas tardes cubiertas de arrebol,
incita a humanos a vestir sin tapujo
y a vivir en paz bajo rayos del sol.

Sus playas son jardín del caracol sonoro
que origina el eco de las dianas marinas
y su entraña guarda el grandioso tesoro
bordado con carbón en blancas salinas.

Sus paisajes son fabulosos de riqueza
adornados con los flamencos rosados
que en las bandadas despliegan su belleza
y convidan a olvidar tiempos pasados.

Allí en esa tierra habita un pueblo fuerte
cargado de orgullo y de total franqueza,
que con valentía desafía la muerte
en medio del abandono y la tristeza.

Allí se oyen notas de música antigua,
en las danzas que a los muertos resucitan,
sobre las leyendas de urdimbres ambiguas
de grandes raptos que a la venganza incitan.

¡Oh Guajira hermosa, de aguas cristalinas!,
de cielos claros que van al infinito,
de mujeres bellas cual legión de ondinas
yo quisiera de esa tierra un pedacito.

A MI LLANO



P0r Héctor José Corredor Cuervo

Sabana colosal que va hasta el infinito,
sin principio y sin término como es el alma,
donde hay sosiego con el Creador Bendito
en medio de silencio, de paz y de calma.

Tierra de mi patria empapada de gran sol,
bajo cielo azulado de especial pureza,
con astros brillantes colgados cual farol
para mostrarle al forastero su belleza.

Tierra orgullosa del novillo cimarrón,
que vive libre como el aire y como el agua,
donde se añora que de lumbre la razón
como el oro puro fundido en una fragua.

Tierra de centauros con alma de guerreros
que volaron con sus sueños hasta la gloria
al romper las cadenas de enemigos fieros
que marchitaron las páginas de historia


Comarca libre y sin reservas al futuro,
que recibe con afecto a un ser humano
que sea temerario, con corazón puro
y que sienta el orgullo de ser colombiano.

Pedazo de patria colmado de bonanza
con hombres altivos en duro trajinar
que logran laureles y tienen esperanza
de vivir en concordia, en calma y libertad.

Por caminos solos con míticas leyendas,
narradas por padres y curtidos abuelos,
se siente el trasegar de las almas en pena
de osados colonos detrás de sus anhelos.

En su mágica selva esposa del silencio,
donde habitan el misterio y la hermosura,
se observan las fieras taimadas al acecho
y las serpientes en medio de la espesura.

¡Oh bella llanura, de mujeres preciosas
con ríos fuera de cauce en la gran planicie,
llena de alcarabanes, carraos, corocoras,
yo quiero que su brisa siempre me acaricie!

Quiero volver a oír el canto de los jilgueros,
a ver grandes bandadas de garzas y loros,
que van a la sierra donde nacen luceros
a buscar en silencio la paz cual tesoro.




A BOGOTÁ



Por Héctor José Corredor Cuervo

Bella ciudad de la América Atenas,
fundada por Quesada en la sabana,
para albergar al caminante en penas
y ser del arte principal ventana.

Tu gente se semeja a las colmenas
donde se empieza en hora muy temprana
a construir los anhelos con poemas
lejos de envidia y actitudes vanas.

En estrelladas noches de tu cielo
descorre ante los ojos el arcano
del Gran Señor que lo creó con celo.

Para que seas orgullo colombiano
Dios te dio la gran belleza en el suelo
donde puede extasiarse el ser humano.

SAN ANDRÉS Y PROVIDENCIA


Por Héctor José Corredor Cuervo


Lejos de la patria en un mar azogado
se bañan las islas con delicadeza
con olas que juegan en días dorados
mostrando al turista su sin par belleza.

Su verde follaje y albinas arenas
en límpidas aguas parecen flotar
cual ninfas pintadas como las sirenas
en un paraíso con flores de mar.

En el firmamento de claro cenit
bandadas de pajaros mueven sus alas
y con grito alegre parecen decir
que son estas islas un cuento de hadas.

La brisa que viene bajo el astro ardiente
llega sacudiendo las manos viajeras
para dar su abrazo de gozo a la gente
con son de calypso, con ritmo de palmeras.

El sol a lo lejos cual disco brillante
se esconde entre la bruma simulando huir
y en el infinito cual puro diamante
la luna parece con la paz reír.

Las nubes ligeras cual blancos pañuelos
despliegan sus alas diciendo hasta luego
como ánimas vivas de padres y abuelos
que dieron a isleños el calor del fuego.

En el horizonte, al zarpar del puerto,
las naves se marchan y dejan una huella
que siguen las aves buscando sustento
con guardia de delfines de nobleza bella.

Su gente semeja las ondas marinas
que suelen golpear al hombre en el alma
para que este lleve con aguas salinas
dulce sentimiento de amor y de calma.

VALLE DEL CAUCA



Por Héctor José Corredor Cuervo


Fecunda tierra del coclí sobre palmeras
aromada con poleo, nardo y jazmín;
protegida con celo por dos cordilleras
para hacer en la patria el más bello jardín.

Tierra privilegiada y bello paraíso
con caña de azúcar y trepadora vid
donde brotó el amor puro como el hechizo
con lira encantada del profeta David.

Pueblo de titanes con la sangre mezclada
del indio, del blanco y del negro africano
fundida en un crisol en preciosa alborada
para ser orgullo del suelo colombiano.

Huerto fecundo de las mujeres más bellas
plantado con amor, con honor y pasión
para lucirlas en el mundo cual estrellas
resplandecientes con la luz de la razón.

Semillero de hombres de mucha bizarría
herederos de fe, de valor y de gloria
de héroes que hollaron temible tiranía
para gozar la libertad con gran euforia

Cuna de artistas y de grandes escritores
que siembran con tesón las semillas de amor
para vivir en paz sin penas, sin temores
enjugando en la vida gotas de dolor.

¡Oh valle de la salsa y dulce manjar blanco!
noble cual los sueños de Efraín y María
yo quisiera disfrutar por siempre tu encanto
hasta el último momento de mi vida.


AL SUR COLOMBIANO


Por Héctor José Corredor Cuervo

Sobre el lomo del macizo en los Andes,
donde los montes crecen hasta el cielo,
está una tierra llena de volcanes
que custodian cual centinela fiero.

De las lagunas de belleza suma
vierten los ríos como gran milagro
y recorren los valles por fortuna
saciando sed y bendiciendo el agro.

En las noches se ven desde la cumbre
las estrellas palpitantes con vida
y las centellas con fugaz vislumbre
que parecen de nubes suspendidas.

Allí españoles en horas cenitales
sembraron fe, cultura y señorío
sobre bases de rasgos ancestrales
en un pueblo de corazón bravío.

De Agualongo, el bravo entre los bravos,
el pueblo noble heredó lealtad
y prefirió vivir sin ser esclavo
bajo sombras de Dios con hermandad.

Su raza, de nativos descendiente
que mora en las laderas y en montañas,
es diamantina, pura y transparente
cual las aguas que brotan sus entrañas.

Tierra grata de tambores y quenas
de criollos, de paéces y guambianos
que añoran vivir sin dolor, sin penas
sintiéndose orgullosos colombianos.

Tierra imponente de mujeres bellas,
que lucen cual las flores en la aurora,
quisiera verla siempre sin querella
y en libertad, con mente soñadora.

AL TOLIMA GRANDE



Por Héctor José Corredor Cuervo


Bajo gran manto azul con nubes de colores,
que se extiende desde la cumbre a la llanura
y adornado con variedad de exóticas flores
está el Gran Tolima mostrando hermosura.

Su suelo es besado por la brizna de la sierra,
como hálito de Dios en la naturaleza,
que baja a los valles fertilizando tierras
regando cultivos y logrando riqueza.

Sus parcelas de arroz, de sorgo y de algodón,
cultivadas con fe cerca del Magdalena,
parecen ser retablos pintados con pasión
por mano prodigiosa y de ternura llena.

Su gente es valerosa, con sangre de Pijaos
que arde entre las venas cual holocausto al sol,
al defender la patria con garra de soldados
fundiendo honor y gloria en preciado crisol.

La música de cuerda se lleva en entrañas
aferrándose en mentes cual silvestres helechos
que nacen en las grietas de agrestes montañas
para olvidar la pena y dolorosos hechos.

Su cielo está bordado con lindas estrellas
y su aire impregnado de fragantes olores
para mostrar auroras de mujeres bellas
que entregan a hijos sus sueños y valores.

Tolima es comarca grata, es una hermosa tierra
arrullada con guitarras, con tiples y tambores
donde se añora la paz en medio de la guerra
sin guardar las inquinas, los odios y rencores.

¡ Oh! tierra de Echandía, de Melo, de Abadía,
de López, de Collazos, de Villalba y Garzón
quiero seguir oyendo sus dulces melodías
y guardar los recuerdos aquí en mi corazón.

TIERRA CARIBE



Por Héctor José Corredor Cuervo

Coronada con iris, estrellas y luceros
cerca del mar caribe en alegría viviente
está la costa norte donde los bucaneros
saquearon los tesoros en forma irreverente.

Tierra de sabanas, de salinas y desiertos
donde del suelo brotan las flores de ilusión,
donde siempre resucita el carnaval a muertos
con gaitas, tambores, maracas y acordeón.

Región maravillosa con sinfonías de oro
que cabalgan sobre las olas como la espuma
para llevar alegría de ninfas en coro
con los ritmos calientes en las flautas de pluma.

Zona grandiosa de manglares y de corales
en las tardes preciosas de color escarlata
donde no existe la pesadumbre en los mortales
por disfrutar la coexistencia siempre grata.

El imponente y radiante sol color rojizo
que se pierde solitario tras el horizonte
muestra al viajero el incomparable paraíso
y el misterio infinito donde mi Dios se esconde.

Su gente es dinámica y veloz como la idea,
puesta en escena con el ritmo de la batuta,
que para las tormentas, los vientos y marea
cuando una cumbia con las gaitas se ejecuta.

Bajo el domo azul acicalado por la luna
duerme el piélago eterno de plata y de zafir
que hace reflexionar y añorar la gran fortuna
al soñar que el mañana tendrá que sonreír.

¡ Oh tierra grandiosa de Arahuacos y Tayronas!
que sale imponente como Venus de las aguas
quiero llevar en mi ánima sus gratos aromas
al zarpar feliz cuando leve para siempre anclas.

ANTIOQUIA LA GRANDE


Por Héctor José Corredor Cuervo


Edén de grandes ensueños, de leyendas, de bonanza,
de labriegos generosos con tiple, carriel y ruana
que cultivan ilusiones en cafetos de labranza
para cosechar los sueños con una cultura sana.

Por caminos y veredas se descuelgan silleteros,
cargados con esperanza, en macetas de mil colores,
las que revelan tradiciones heredadas de arrieros
quienes talaron montañas y las cubrieron con flores.

El trabajo es la gran virtud que desde niño se aprende
para disfrutar en vida las mieles de la fortuna
y enseñar al universo que lo paisa es diferente
porque la plata se tiene que ganar desde la cuna.

Sus mujeres son hermosas como flores de jardines,
de donde se extrae el néctar para apacible colmena,
las cuales dan su dulzura a los tozudos paladines
que luchan por la familia, por la raza y por la tierra.

Antioquia es un paraíso de incomparable belleza
que ofrece la amistad con un abrazo de terciopelo
a quien desee visitarla y gozar de su franqueza
bajo la lluvia del maná que cae a diario del cielo.

¡Oh! que bello es ser paisa con el ánimo de maicero
que no teme a huracanes ni a espinas del camino
por tener a un Dios presente y un lucero mañanero
que ofrece su lumbre temprano en la ruta del destino.




TIERRA SANTANDEREANA



























Por Héctor José Corredor Cuervo

Tierra de Antonio Galán, de Alcantuz y Berbeo
que lleva en las entrañas valor como heredad
por ser receptora del fuego de Prometeo
que prendiera la lumbre de nuestra libertad.

Tierra comunera de la mujer valerosa
cual Manuela Beltrán que con sublime osadía
dio inicio a la contienda con actitud pasmosa
al rasgar edictos de inhumana tiranía.


En ciudades y aldeas de singular belleza
caminan los recuerdos de los viejos abuelos
que sembraron semillas con honor y grandeza
para que los párbulos lograran sus anhelos.

En caminos y en trochas con trinos de jilgueros
se observa a plenitud grandiosa naturaleza
la que encubre los sueños de peones y arrieros
que cultivan peñascos con valor y destreza.

De árboles frondosos y de viejos gallineros
cuelgan las salvajinas o barbas de San Pedro
las que llevan a su nido hermosos carpinteros
donde crecen los hijos con amor verdadero.

En el tiempo de molienda, en sencilla enramada,
se oyen tocar de noche con el tiple y requinto
la guabina, el bambuco, el pasillo y la tonada
en canto de peones que llega al infinito.

Su aire está impregnado con dulce olor a guayaba;
de nardos, de azucenas, de magnolias y rosas
que esparcen aromas al comenzar la alborada
cual perfume exquisito de mujeres hermosas.

¡Oh tierra de Santander de la hormiga colona,
del cabro, de la arepa, del mute y pepitoria,
de dama admirada cual verdadera matrona,
yo quiero que su comarca viva en paz y euforia.

TIERRA CAFETERA



Por Héctor José Corredor Cuervo

En la tierra cafetera,
donde reina la confianza,
se ven crecer de primera
los caturros en labranza
como globos en hilera
con cerezas en bonanza
bajo el sol de primavera
con sus rayos de esperanza.

En sus apacibles predios,
sembrados de platanares
de guamos y de naranjos,
para cuidar cafetales,
se siente el frescor de gajos
y el calor en los mortales
que reciben los extraños
con afecto entre sus brazos.

En sus entrañas se anidan
pájaros de mil colores
los que con trinos incitan
a cantarle a los amores
y a contemplar con amigos
la venustez de mujeres
teniendo al cielo testigo
aún se sientan temblores.

En las veredas hay casas
rojas, blancas, amarillas
con techos ocres en tejas,
habitaciones sencillas,
galerías con materas
de vistosas barandillas,
maquinas despulpadoras
de las mejores semillas,
bandejas en secadoras
para orear cascarilla,
fogones en las cocinas
de ladrillo con hornilla
para alimentar labriegos
que trabajan sin mancilla,
con frijoles, con arepas,
con chicharrones, tortilla
y con las carnes saladas
que se asan en la parrilla.

A lo lejos se divisa
la grandeza de la sierra
que sale cual la cornisa
desde el alma de la tierra
con sus gélidos nevados
como copos de algodón
en paraíso encantado
bajo los rayos del sol.

Al terminar el ocaso,
en las tardes de arrebol,
se ven colgando del cielo
las estrellas cual farol
las que clarean hogares
de alegría y de ilusión
para dejar los pesares
entonando una canción
con guitarras y con tiples,
con requinto o acordeón.

En las cañadas se ven
volando en fila las garzas
que viajan para su edén
donde sueñan entre zarzas
dando ejemplo a los humanos
de unión, de paz, de grandeza
para vivir como hermanos
en libertad sin flaqueza.

Su gente es grata y honesta
la cual preserva el honor
sin pensar en el fracaso
o en la contienda temor;
escudriña en cada paso
que florezca la razón
en todos los colombianos
y se consiga la unión.

Esta es la tierra más bella
y orgullo de la nación
donde se ven Chapoleras,
cual Afrodita en acción,
recogiendo las cerezas
de dioses y población.

AÑORANZAS BOGOTANAS




Por Héctor José Corredor Cuervo



Ahora que estoy ausente
de mi tierra bogotana
siempre mantengo presente
la altura de la sabana,
el Salto de Tequendama,
el Cerro de Monserrate,
el Páramo de Cruz Verde,
los lindos trajes de lana,
las flores en la ventana.

Ahora añoro con gana
la changua de la mañana,
los huevos en la cazuela,
los manjares de la abuela,
las comidas en familia,
los dulces de donde Emilia,
el tamal con chocolate,
la ensalada de aguacate,
el arequipe de Alpina,
la atención de la vecina,
la rica sopa de cebolla,
y los paseos de la olla.

Quisiera hoy saborear
un rico ajiaco con pollo,
el entero de repollo,
la carne de la parrilla,
el pan de yuca de hornilla,
un buen plato de puchero,
el chigüiro en asadero,
la tierna mazorca asada,
la yuca y papa chorreada,
la criolla y sopa de trigo,
la compañía del amigo,
la fritanga con aderezo,
las arepitas con queso,
la almojábana caliente,
los tragos de aguardiente.

Siempre conservo en la mente
la casa del presidente,
las nubes y las estrellas,
la gracia de damas bellas,
las noches de luna llena,
la luces de nochebuena,
el Parque Noventa y Tres,
las clubes del ajedrez,
la Plaza de Santamaría,
los restaurantes de Chía,
los foros de poesía,
las fiestas y su alegría,
el domingo de ciclovía,
los museos con su historia,
la Plaza de la Concordia,
el barrio La Candelaria,
la imponente Catedral
la bella Calle Real

En mi recuerdo perdura
el famoso río Fucha,
los gladiadores de lucha,
el gran chorro de Padilla,
los caballos con la silla,
la Fuente de la Rebeca,
los sitios de discoteca,
Las rutas del Transmilenio,
el vendedor con ingenio,
el hermoso Planetario,
la iglesia con incensario,
el calor de chimenea,
el Colón con gran platea,
las vacas y los becerros,
la belleza de los cerros.
el sabor a mejorana,
la música colombiana.

¡Oh! que bello es recordar
a esa hermosa capital
en donde aprendí a soñar
lejos del bien y del mal,
donde comencé a salvar
los obstáculos mentales
para poder alcanzar
objetivos principales.

A BOYACÁ



Por Héctor José Corredor Cuervo

Boyacá es la tierra de mis ancestros,
donde Bolívar forjó la libertad de América,
donde incólumes permanecen sueños
de alcanzar con mi Dios gloria y grandeza.

Es terruño precioso de alfareros
que con arte modelan la esperanza
de emancipar al pueblo de mohatreros
sin presión sin rencor y sin venganza.

Es comarca de inagotables suelos,
donde siempre germina la semilla,
es heredad de padres y de abuelos
vivir en Paz, sin odio y sin rencilla.

La variedad de colores en sus predios
hacen de su paisaje una pintura
donde el Señor usó todos los medios
para mostrar al hombre la hermosura.

Su noble gente de acento pausado
hacen del “Sumerced” una cultura
que del Zaque y del indio fue heredado
para entregar su afecto con ternura.

Al contemplar la nieve en sus picachos
parece al firmamento se extendiera
la belleza cual colcha de retazos
que con manos el hombre la zurciera.

Cuando pisa su suelo el forastero
el regreso no añora que existiera
mas prefiere morir de carranguero
que volver a vivir de una quimera.

Si pudiera expresar mis últimos deseos
quisiera al sepulcro bajar con tonadas,
que se canten torbellinos y bambucos,
que se oigan tiples, requintos y guitarras.

Y cuando llegue de mi viaje al cielo
le pediré al Señor la gran licencia
para volver a aquel hermoso pueblo
que me colmó de orgullo la existencia.



DÍA DE LA COLOMBIANIDAD


Cuando los intereses de los mediocres se sobreponen a los ideales de los patriotas el sentimiento nacional se corrompe y la patria es explotada como una empresa. Hecocu.


DÍA DE LA COLOMBIANIDAD

Por Héctor José Corredor Cuervo

¡Veinte de julio!. Oh, gran día de la hermandad,
de fe, de ideales, de sueños e ilusiones
de un pueblo honesto que quiere la libertad
sin secuestros, sin masacres, sin extorsiones

Día majestuoso de inmenso patriotismo,
de luchadores con honor sobre la frente,
que rebuscan el bien común con gran altruismo
hasta alcanzar con fe la gloria reverente.

Día de luz con rayos brillantes de unión
que deshelan la inteligencia congelada,
para cambiar por fiel destello de razón
los fusiles que son de la muerte emboscada.

Hoy, en las entrañas de la gran Patria mía,
se siente un inmenso fervor en la mañana
y estalla de pasión con lava de alegría
insurgente volcán de sangre colombiana.

Hoy, los grillos y las cadenas del villano,
atadas con crueldad y saña al prisionero,
con gritos valientes del pueblo soberano
se romperán como un delicado florero.

¡No más barbarie, terrorismo y vejación!
en contra de un pueblo dormido e indefenso.
¡No más dolor en la aldea y en la nación!
que retarda el desarrollo y el gran progreso.

¡ Libertad! ¡ Libertad! ¡Oh, violento tirano!
que siembra minas en el surco con dolores
para opacar la luz del sol republicano
que impide germinar mi patria, con honores.