jueves, 9 de julio de 2009

SAN ANDRÉS Y PROVIDENCIA


Por Héctor José Corredor Cuervo


Lejos de la patria en un mar azogado
se bañan las islas con delicadeza
con olas que juegan en días dorados
mostrando al turista su sin par belleza.

Su verde follaje y albinas arenas
en límpidas aguas parecen flotar
cual ninfas pintadas como las sirenas
en un paraíso con flores de mar.

En el firmamento de claro cenit
bandadas de pajaros mueven sus alas
y con grito alegre parecen decir
que son estas islas un cuento de hadas.

La brisa que viene bajo el astro ardiente
llega sacudiendo las manos viajeras
para dar su abrazo de gozo a la gente
con son de calypso, con ritmo de palmeras.

El sol a lo lejos cual disco brillante
se esconde entre la bruma simulando huir
y en el infinito cual puro diamante
la luna parece con la paz reír.

Las nubes ligeras cual blancos pañuelos
despliegan sus alas diciendo hasta luego
como ánimas vivas de padres y abuelos
que dieron a isleños el calor del fuego.

En el horizonte, al zarpar del puerto,
las naves se marchan y dejan una huella
que siguen las aves buscando sustento
con guardia de delfines de nobleza bella.

Su gente semeja las ondas marinas
que suelen golpear al hombre en el alma
para que este lleve con aguas salinas
dulce sentimiento de amor y de calma.

1 comentario: