domingo, 27 de febrero de 2011

EL SALTO DE TEQUENDAMA



Las bacterias de la mediocridad contaminan la nación e impiden que el agua pura corra en los manantiales de la patria. Hecocu.

EL SALTO DE TEQUENDAMA

Por Héctor José Corredor Cuervo

Sobre la piedra cual balcón de almena
con ráfagas de espanto y pesimismo
hechizado compongo este poema
en medio de terror y realismo.

El gran torrente mi ánimo enajena
cuando desciende a tan profundo abismo
pulverizado en la imponente peña
cual copos de algodón en espejismo.

En el fondo de enhiesto precipicio
se oyen ecos de voces tembladoras
que retumban cual almas en suplicio
entre sombras con paredes sonoras.

De sus entrañas salen los vapores
que engalanan las cimas azulosas
y en la quietud de sus alrededores
vuelan aves cual ninfas majestuosas.

Encadenado en un acantilado
y en garganta de gran profundidad
se ve correr después desmadejado
el río que da gran fertilidad.

A sus lados están petrificados
los cuerpos de Hunzaúa y Noncetá
que por incesto fueron separados
con arco iris del sol de Bacatá.

Hoy, son sus aguas lágrimas vivientes
de un pueblo que solloza con tristeza
por desidia de autistas dirigentes
que olvidaron del Salto su belleza.

20 de diciembre de 2000. Recuerdos del pasado y tristeza del presente.

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