domingo, 27 de febrero de 2011

CATEDRAL DE SAL DE ZIPAQUIRÁ



“Vosotros sois la sal de la tierra;
pero si la sal se desvaneciere,
¿con que será salada?” Mateo 5,13.


CATEDRAL DE SAL DE ZIPAQUIRÁ

Por Héctor José Corredor Cuervo

Bajo un verdoso tapiz con lago cristalino
adornado con bruma, con nubes y neblina
está la catedral en medio de la salina
esculpida con los sueños de un minero andino.

Su cuerpo está cubierto con vestidos lujosos
de robles, de acacias, de cipreses y nogales
adornados con flores de aromas tropicales
y tejidos por muiscas honestos y orgullosos.

En este laberinto con grisú como aroma
el indio se refugió en el fondo de la mina
y vio morir del Zipa su imperio entre la ruina
sin poderse mover cual la estatua de Sodoma.

La cúpula de acceso, de un color blanquecino,
invita al peregrino a permanecer inmerso,
a invocar al Padre, creador del universo,
que transformó la mar en aquel domo salino.

Su entraña esta adornada de bellas esculturas,
labradas con cinceles, con pico y con azada,
de famosos artistas con mano enamorada
como gran homenaje al Señor de las criaturas.

En negros socavones con alma misteriosa
refulge el vía crucis, la Virgen de Guazá,
la cruz bajo las sombras, el coro, La Pietá,
la creación del hombre con talla majestuosa.

Las naves sostenidas por columnas preciosas,
de cuatro evangelistas como una evocación,
recuerdan al creyente la gran resurrección
y que la vida brilla sólo cuando es gloriosa.



La obra es gran monumento al minero de la sierra
que hace excavaciones en peligroso silencio
para llevar la sazón con dulce amor por dentro
a todos los humanos en la faz de la tierra.

08 de diciembre de 1995. Inauguración de la Nueva Catedral de Sal de Zipaquirá.

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